Una valoración es útil en multitud de ocasiones. Entre las más comunes destacan las siguientes:
Venta total o parcial de la empresa: ¿Cuánto pido por ella?
Compra de una empresa: ¿Cuánto ofrezco por ella?
Ampliación de capital: ¿Qué prima de emisión definimos?
Entrada de un socio: ¿Qué porcentaje de la empresa es justo que tenga por el dinero que va a invertir en ella?
Salida de un socio: ¿a qué precio le recompramos su participación?
Sucesión generacional: ¿Cómo reparto mi patrimonio equitativamente entre mis hijos?
Remuneración de empleados en acciones: ¿Cuántas acciones deberíamos ofrecerles?
Sin embargo, hay otras situaciones que igualmente necesitan de una valoración:
Junta de accionistas: si la misión de una empresa es incrementar el Valor para sus accionistas, ¿Qué mejor forma que solicitando una valoración anual de la empresa?
Análisis de inversiones: ¿Cuánto vale mi Empresa si me quedo como estoy, y cuánto valdría si llevo a cabo la inversión que tengo en mente? ¿Merece la pena dicha inversión?
Fusión entre dos o más compañías: ¿Qué valor tiene cada empresa? ¿Cómo quedará repartido el accionariado?
Curiosidad: llevo 10 años con mi negocio, ¿Cuánto puede valer todo el esfuerzo que he realizado en la Empresa?
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